El pasado día 18 de junio, en Canarias, concretamente en Lanzarote, murió el portugués más ilustre de la historia contemporánea portuguesa. Las centenares de líneas que hoy lloran a José Saramago, salen del corazón de los muchos lusitanos que viven en Canarias y esparcidos por todo el territorio español. Recuerdan su encuentro y compromiso permanente con los desfavorecidos, su ideario de hombre firme y sin tragaderas, duramente criticado por sus más acérrimos enemigos, estos de raigambre cavernícola, y no pasar por alto la transcendencia que tuvo su encuentro con otro Premio Nobel, aunque le pese, y líder de la causa Palestina, Yasser Arafat.

      Se ningunea aquele encuentro del 30 de marzo de 2002 en Muqata (Ramallah) en el repaso de su vida. Y no es involuntario, no. La etiología es conocida.

      Unos lo vamos recordar por su inexcusable y firme posición ideológica, por la transmisión de la palabra escrita, y otros intentarán borrar sus pasos martilleando sus letras con el más rancio y nauseabundo posicionamiento pseudo evangélico, anticomunista y calificando su pensamiento de brutal e inmoral.

      No tuvo el menor reparo en proclamar que “Palestina es como Auschwitz” en aquel encuentro con Abu Ammar. Denuncio el genocidio palestino a manos de los llamados hijos del Holocausto.

      Estuvo siempre al lado de los más desfavorecidos defendiendo con ahínco, con su letrada pluma o su ingeniosa palabra los derechos de los desheredados.

      Por su conducta consecuente y espíritu libre, por su demostrado cariño hacia los necesitados y por sus inmortales obras, las cuales mantendrán vivo y palpitante entre nos, su corazón literato, sencillo y altruista.

      Las personas mueren, pero las ideas permanecen. Para ello, este periódico, al igual que quienes hoy lamentan la ausencia de Saramago, debemos mantener vivos y dar continuidad a sus compromisos ideológicos y muy especialmente al que estableció con su espíritu de favorecer y defender a los más desfavorecidos.

      Que descanse en paz. [34]